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Arquitectura Historias

La obra desaparecida.

Relato del arq. Carlos A. Trobo, sobre la obra de su primer proyecto para el templo parroquial de Progreso.

Iglesia para la Parroquia de Progreso.

Comentario sobre esta publicación.

Este artículo, escrito por el arquitecto Carlos Alfredo Trobo, refiere al proyecto y obras de construcción de la Iglesia de Progreso, departamento de Canelones, Uruguay, realizadas en el año 1967.

Proyecto arquitectónico y dirección de obras del Arquitecto Carlos Alfredo Trobo.

Calculista de estructura Leonel Viera.

Empresa constructora: Ciappesoni Falco.

Publicado originalmente en el Blog del arquitecto Carlos A. Trobo.


Carlos A. Trobo, arquitecto.

Se trata de la iglesia parroquial de Progreso «San Antonio María Claret», que desapareció antes de estar terminada.

Fue necesario que el pasar del tiempo fuera borrando el intenso dolor que me produjo su caída, para poder referirme a ella.

Estructura de la iglesia de Progreso 1967
Estructura de la iglesia de Progreso, año 1967.
Se pueden ver los operarios sobre la cubierta pretensada, colgante entre los grandes arcos de hormigón armado. 1

El Proyecto.

Explico ahora su historia, en la esperanza que a alguien le sea útil, porque los errores nos enseñan cosas y no se avanza si no se desea avanzar.

Me encargaron una iglesia para Progreso, una comunidad de tamaño limitado.

Párroco y fieles, me dieron plena libertad para proyectarla, lo que agradezco infinitamente.

Yo tenía ansias de hacer «algo importante para Dios y para la Arquitectura», así que hice un croquis muy lírico y con él, consulté a Leonel Viera, constructor de estructuras nuevas, como el «Cilindro Municipal» en Montevideo, el puente de la Barra del arroyo Maldonado, etc.

Él tomó la idea con calor y llegamos a establecer los conceptos básicos del proyecto:

  • La obra debía ser una representación exacta de una expresión matemática, donde la economía de formas y su belleza, emanara de la simplicidad total.
  • El mínimo de costos de la obra.
Maqueta de estudio de proyecto.
Iglesia de la Parroquia «San Antonio María Claret» en Progreso.

La estructura.

Aprovechando su experiencia en la construcción del «Cilindro Municipal», decidimos que sería posible un hacer un techo colgante de pequeñas planchas de hormigón de 4 centímetros de espesor, sostenido por dos arcos de hormigón con una inclinación que yo le pidiera y sus cálculos mostraran ser de posible construcción.

Yo le pedí que el corte transversal de la cubierta formara una elipse de eje mayor horizontal y en los cortes longitudinales, conformara una curva catenaria.

Así se generaría la superficie del techo, conformando una forma similar a la de una «montura de caballo».

El cálculo de la forma fue muy enjundioso y requirió la ayuda de algunos ases matemáticos de la Facultad de Ingeniería convocados por Viera.

Ellos me mandaban la forma que resultaba de la intersección de los planos de los «arcos de apoyo», entonces yo los hacía en maquetas, y de vuelta les pedía modificaciones formales.

Esquema estructural de la Iglesia parroquial de Progreso, ‘San Antonio María Claret’, año 1967. 2

Imaginemos el enorme trabajo a realizar a mano con «regla de cálculo», porque no había entonces computadoras aquí al alcance nuestro.
Fue una labor denodada.

Entonces Leonel Viera hizo los cálculos de estructura, basados en que los arcos de hormigón mediante su inclinación producían un esfuerzo que mantenía el peso del techo, formando un conjunto en equilibrio.
Así estuvieron prontos los planos del edificio.

La obra.

Ahora, a buscar empresa, presupuesto, y sobre todo personal calificado para realizar una forma tan nueva y con la extrema exactitud necesaria.

Felizmente Viera tenía experiencia y obtuvo la empresa ideal para eso.

Cartel de obra, arco menor en hormigón y andamios del arco mayor.
Progreso, año 1967.

Pero faltaba el dinero y realmente, la construcción del techo fue un verdadero problema, pues cada detalle era motivo de consultas a Viera, que era quien tenía el conocimiento y la experiencia.

Llegó a llenarse los arcos de hormigón armado y a tenderse todo el techo con sus losas, con grandes dificultades por las formas y la altura.

El arco mayor, el del ábside, se elevaba 27 metros con una inclinación de aproximadamente 60 grados y el menor, con una inclinación de 30 grados, llegaba a 6 metros sobre la entrada.

Los hierros eran aceros especiales importados, que tenían la característica de ser de alta resistencia, pero cuyas moléculas les permitían conformarse naturalmente a la forma de curva catenaria.

Estos debían tener la misma conformación catenaria distanciándose entre sí exactamente 1 metro medido en planta, quedando así las curvas «paralelas» para permitir que las losetas rectangulares se pudieran apoyar correctamente sin alterar la curva.

Obra en construcción. En primer plano, el arco mayo de hormigón.
El techo se formaba por placas de hormigón colocadas en tensores de acero, colgantes entre los arcos de hormigón.

En los extremos de ábside y de entrada, una serie de marcos de hormigón calados, con el mismo peso de las losetas, permitían una variante estética y también así se formaba una gran cruz sobre el lugar que ocuparía al altar.

Las losetas centrales eran de hormigón de un metro por un metro con malla electrosoldada.

En la «clave» central y hacia los costados aumentaban su longitud, hasta llegar a tener 1,70 m de lado, cerca de los bordes de la estructura.

El pretensionado.

Un problema fue obtener el pretensionado de los aceros.

Generalmente, se acostumbra para esta tarea usar gatos hidráulicos, pero hubiera sido aquí imposible de hacer.

El ingenio y experiencia de Viera en el Cilindro, y pensando con el párroco y algunos colaboradores, decidimos colgar con alambres dulces, bolsas de polietileno de fertilizantes, llenas ahora con 50 kilogramos de arena cada una, colgadas en cada esquina de las losetas.

Pretensado de las varillas de acero del techo, mediante colgado de bolsas rellenadas con arena.

Una vez tensados los aceros, se procedió a rellenar con arena y cemento Portland el espacio de 4 centímetros entre las losetas.

Llegado el tiempo, se debían retirar las bolsas de arena, cuidando de ir sacándolas en forma alternada y ordenadamente, para evitar esfuerzos extraños al equilibrio de la forma estática y la deformación de la superficie del techo.

Los andamios.

Mientras esto se armaba, la empresa que nos alquiló los andamios tubulares (4500 metros de caños de dos pulgadas de diámetro) nos reclamaba insistentemente la devolución de los andamios, porque los necesitaban otros clientes.

Me exigían que les diera el permiso firmado por mí para retirarlos.

Yo no quería dar la orden sin antes consultar a Viera, que en ese momento estaba de viaje en Estados Unidos… y se demoraba.

Las presiones eran muy grandes.

El arco mayor de hormigón armado, y sus andamios de obra.

Finalmente una mañana, me pongo a mirar angustiado el arco mayor y veo con unos binoculares que el arco se había separado unos tres centímetros del encofrado.

Entonces llamé a la empresa de los andamios, les muestro la separación y retiraron los andamios sin más trámite.

La belleza.

El techo realizado y en equilibrio, sin andamios que estorbaran la vista, era impactante, con la belleza de lo simple.

Tanto es así que colegas prominentes, algún ex decano de Facultad, el mismo arquitecto Surraco, y también muchas personas desconocidas que venían en vehículos con matrículas de Argentina y Brasil, se quedaban largo rato recorriendo la obra, y el propio Viera, quedaron prendados de las formas.

Viera me decía: «Yo soy ateo, pero mirando este templo, pienso en Dios».

Detalle la cruz calada en el techo.

Se realizó una misa cuando era solamente el techo, y la acústica resultante de la doble curvatura del techo, resultó sorprendentemente buena.

Tanto la voz del sacerdote como el sonido de la única guitarra, se sintieron perfectamente desde cualquier ubicación.

Yo estaba en la gloria, pero todo tiene un límite, y este llegó fatalmente una noche, justo cuando yo estaba proyectando las paredes.

Estructura de la iglesia de Progreso, 1967
La obra, junto a la iglesia original de la Parroquia de Progreso. Año 1967..

El temporal.

Un temporal de fuertes vientos.

El Párroco me avisó telefónicamente que la iglesia se había caído.

Sólo se me ocurrió preguntarle si había causado alguna muerte o heridos y me respondió que no.

Le dije entonces: «Si no murió nadie, estoy tranquilo».

Una opinión fundamentada.

En el análisis posterior, vimos claramente con el Ingeniero Eladio Dieste que los aceros más alejados del eje longitudinal estaban corroídos por el óxido, y que esta corrosión desaparecía luego de la tercer varilla de hierro.

A mi entender, todo se debió a que al tener tantas dificultades en los cálculos, inadvertidamente no se tuvo en cuenta que las losas de 1,70 m de los bordes laterales quedaban en posición casi vertical, y sufrían un empuje del viento que no se absorbió con eficacia suficiente, al punto que se produjeron fisuras junto al arco menor de entrada, dando comienzo al proceso de oxidación de los hierros.

Parte de esta estructura es lo que queda hoy de la obra.
Se encuentra ubicada en el patio detrás de la actual iglesia parroquial de Progreso.

Por falta de medios en la época, faltó haber sometido una maqueta a un «túnel de viento», como lo prescribía Frei Otto en su libro sobre las formas nuevas de los techos colgantes.

Un pequeño «talón de Aquiles», que fue debilitándose por el creciente óxido y se produjo el colapso.

Todo se debió, en mi criterio, a la falta de medios técnicos y económicos para realizar una obra de forma y conceptos muy novedosos.

Mi experiencia personal.

Me dolió en mi persona.

Para mí, como arquitecto fue una experiencia límite que marcó mi vida decididamente.

Pero mucho más, me dolió por Leonel Viera, porque sé que se afectó mucho viendo caer una obra tan querida por él…

Muchas condolencias recibí entonces, de conocidos y no conocidos.

Es justo manifestar mi agradecimiento y confianza a los sacerdotes Misioneros del Corazón de María, que me encargaron la construcción de la iglesia que habría de sustituír a la que se había caído.

Ésta tiene ahora, un menor tamaño y otra estética tal vez más ajustada a la realidad de la ciudad.

iglesa actual de progreso.
Iglesia actual de la Parroquia San Antonio María Claret, Progreso.
Proyecto y dirección de obra; arq. Carlos A. Trobo.
Calculo estructural; Ing. Eladio Dieste. 3

Las enseñanzas que esta obra me ha dejado en mi vida antes que nada, surge la constatación que mi pasión, me llevó a darle al edificio dimensiones excesivas que rebasaban largamente la capacidad que la ciudad de Progreso requería de su Templo Parroquial.

También, que construír un edificio muy novedoso y estricto en su estructura, plantea dificultades de todo orden, se necesitan obreros de primerísima y disciplinada calidad técnica, escasos en el país.

También se necesitan ciertos elementos técnicos, como túnel de viento y computadoras, que ahora son tan comunes.

Ello no me ha desanimado porque prefiero permanecer siempre buscando, en vez de quedarme quieto, «dormitando» con temor.

Texto y fotografías; arquitecto Carlos A. Trobo.


Notas

  1. Las imágenes de este artículo son del arquitecto Carlos Alfredo Trobo Cabrera, salvo en las que se indica específicamente. ↩︎
  2. Esquema realizado por el arq. Gabriel De Benedetti, en base a planos del proyecto del arquitecto Carlos A. Trobo. ↩︎
  3. Origen de imagen: Andres – Pinterest ↩︎

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